Es difícil encontrar reflexiones tan sensatas como por ejemplo la de Ángel Ruíz Cediel, donde expone de manera magistral, toda la desinformación y el por qué alrededor del "cometa elenin". Es fácil pensar que, por supuesto, la nasa tiene el privilegio de ser el monopolio de la información en todo lo concerniente al espacio exterior. De ahí, que no se puedan contrastar las informaciones vertidas por la NASA. Tenemos que fiarnos de lo que ellos digan, y si lo cuestionas, eres un impostor.Millones de ojos están puestos en nuestro universo inmediato con motivo directo o indirecto del cometa Elenin (según el estamento “oficial”) o de Nibiru (según los mal llamados conspiranoicos), siendo, quizás, el asunto que capta mayor cantidad de entradas en Internet, con una amplia diferencia sobre cualquier otro tema, incluidas la crisis económica y las guerras en incubación y puesta a punto que bien pudieran derivar, por conflicto de intereses, en una confrontación global.
Entre todos estos ojos que vigilan
nuestro cosmos inmediato los hay pertenecientes a personas de toda clase, así
iluminados como rigurosísimamente científicos, pero no faltando entre ellas ni
escatológicos, morbosos, desesperados, fundamentalistas religiosos,
desquiciados o jóvenes con ansias de vivir la excepcionalidad de un hecho sin
precedentes para la humanidad. De todo hay, como en botica, y, entre todos
estos artículos y comentarios de foros se pueden encontrar sin mucho esfuerzo
auténticos y colosales desafueros; pero no por ello se puede utilizar el
reduccionismo infantiloide, concluyendo que la totalidad de los artículos,
opiniones o aseveraciones vertidas sobre la cuestión son fruto de desquiciados
y que no hay en toda esta colosal caterva de datos aportados por los participantes
ni uno solo que no merezca la pena ser considerado por la Ciencia o por la
población.
Ayer, verbigracia, me quedé por
la noche hasta muy tarde para ver el programa Cuarto Milenio, el cual, dicho
sea de paso, no merece para mí mejor calificativo que el de amarillista,
sensacionalista o infantilmente manipulador. Se había programado cierta
información acerca de llamado oficialmente “cometa Elenin”, y quise comprobar
por mí mismo el tratamiento que le daban a la información, resultando ser, tal
y como esperaba, lo que a mi entender es simple y llana desinformación. Lejos
de hablar con datos y sensatez del objeto de tan magnífico asunto que tanto
está colapsando la Red, los dos invitados, mucho más que cuestionables
(aparentemente confrontados en sus pareceres), se enmarañaron en un absurdo
direte sobre peregrinos absurdos que poco o nada tenían que ver con el meollo
de lo que tanta inquietud está sembrando entre millones de ciudadanos de todo
el mundo. La conclusión de tan torpe puesta en escena, entre las risibles y
teatreras poses habituales del presentador, era obvia: el cometa Elenin es o
fue un simple, insignificante y menudo cometa (porque según la NASA se
destruyó), y todo lo demás son tonterías. La teoría “oficial” gana, y punto.
La realidad, sin embargo, es muy
otra cosa. Para empezar, somos muchos los que, objetivamente, venimos hablando
con toda naturalidad de este asunto ¡¡desde la primera mitad de la década de
los ochenta!!, años en los que se descubrió, primero por la sonda Siloé de la
Iglesia Católica y después por la IRAS de la NASA, un cuerpo planetario que
estaba perturbando los planetas más lejanos del Sistema Solar y de cuyo
descubrimiento se dio cumplida información en la práctica totalidad de los
periódicos y medios de difusión de la época, desde los más prestigiosos diarios
del mundo a las televisiones de todo país, informándose que el tal cuerpo,
posiblemente un planeta de enormes dimensiones (de hasta cuatro veces el tamaño
de Júpiter, se decía), estaba adentrándose en dirección a nuestro Sol. Una
noticia que, sin embargo, no tardó en desaparecer de los titulares y aun de las
noticias de segunda fila de la práctica totalidad de los medios de Occidente,
pero que, en según qué países de otras órbitas, ha seguido siendo motivo de
inquietud, seguimiento y análisis entre los cosmólogos de sus instituciones
astronómicas, justificando incluso cuantiosas inversiones para estudiarlo y aún
para protegerse en fechas no tan futuras de sus previsibles efectos.
Unas inversiones éstas que, por otra parte, y aún a pesar del aparente descrédito oficial que tiene el asunto en todo Occidente, han tenido su réplica inversora en nuestras sociedades, acaso multiplicando por mucho a la de los países de otros bloques, no sólo en cuanto a medios de observación pasados y presentes (Observatorio VATT y telescopio Lucifer de la Iglesia Católica en Monte Graham, observatorio militar de infrarrojos norteamericano en la Antártida -por donde llega desde debajo de la eclíptica Nibiru-, sonda WISE de infrarrojos de la NASA, etcétera), sino también en recursos de supervivencia masiva que sólo se justificarían ante un evento catastrófico global como una guerra nuclear o una catástrofe planetaria (Cúpula del Fin del Mundo, bunkers subterráneos masivos en todo Occidente, creación de gobiernos alternativos para situaciones de catástrofe tales como el FEMA norteamericano o las UME europeas, etcétera).
Unas inversiones éstas que, por otra parte, y aún a pesar del aparente descrédito oficial que tiene el asunto en todo Occidente, han tenido su réplica inversora en nuestras sociedades, acaso multiplicando por mucho a la de los países de otros bloques, no sólo en cuanto a medios de observación pasados y presentes (Observatorio VATT y telescopio Lucifer de la Iglesia Católica en Monte Graham, observatorio militar de infrarrojos norteamericano en la Antártida -por donde llega desde debajo de la eclíptica Nibiru-, sonda WISE de infrarrojos de la NASA, etcétera), sino también en recursos de supervivencia masiva que sólo se justificarían ante un evento catastrófico global como una guerra nuclear o una catástrofe planetaria (Cúpula del Fin del Mundo, bunkers subterráneos masivos en todo Occidente, creación de gobiernos alternativos para situaciones de catástrofe tales como el FEMA norteamericano o las UME europeas, etcétera).
Como literato no era mi intención
volver sobre este tema con argumentos ya aportados en alguna de mis últimas
novelas, pero como columnista me he creído en el deber de combatir la
desinformación que se está difundiendo de forma masiva, evitando, en la medida
de mis posibilidades, que se baje la guardia ante un hecho que bien pudiera
comportar la propia continuidad de la sociedad tal y como la conocemos, si es
que no de la misma humanidad. El asunto, en fin, no es menor, y, debido a las
implicaciones que comporta, la apuesta requiere una dosis de atención
suficiente como para permitir que las sociedades tengan una oportunidad, dando
como probable el peor de los escenarios imaginables, que son para los que es
preciso estar preparados pues que para los ordinarios se supone que ya lo
estamos.
Así, conviene reseñar primero que nada que la NASA es una institución astronómica dependiente de los militares norteamericanos, en cuyas misiones, además de realizar ensayos de interés científico conocido, suelen desarrollarse misiones secretas (la inmensa mayoría), de las cuales el ciudadano medio no tiene la menor la idea o noticia, entre otras cosas porque es un monopolio de observación de cuanto sucede fuera de nuestro espacio cósmico inmediato. En pocas palabras: nos enteramos de lo que quieren que nos enteremos, nada más. Por otra parte, una institución semejante, es obvio que está controlada por quienes tienen el poder, y los que lo ostentan ya sabemos quiénes son y cómo funcionan, de modo que esto es razón más que sobrada para poner en cuarentena, cuando menos, la supuesta información que dosifican a la sociedad.
Así, conviene reseñar primero que nada que la NASA es una institución astronómica dependiente de los militares norteamericanos, en cuyas misiones, además de realizar ensayos de interés científico conocido, suelen desarrollarse misiones secretas (la inmensa mayoría), de las cuales el ciudadano medio no tiene la menor la idea o noticia, entre otras cosas porque es un monopolio de observación de cuanto sucede fuera de nuestro espacio cósmico inmediato. En pocas palabras: nos enteramos de lo que quieren que nos enteremos, nada más. Por otra parte, una institución semejante, es obvio que está controlada por quienes tienen el poder, y los que lo ostentan ya sabemos quiénes son y cómo funcionan, de modo que esto es razón más que sobrada para poner en cuarentena, cuando menos, la supuesta información que dosifican a la sociedad.
Hay ciudadanos que en su ingenuidad
pueden pensar que, de ser verdad cuanto apunto en este u otros artículos que he
publicado sobre este asunto, cualquiera con un telescopio puede observar el
espacio, y tiene razón; pero estas personas deberían saber que tal observación,
si el cuerpo que se desea observar no es fácilmente localizable, no emite una
gran cantidad de luz o está muy lejos, requiere además de otros recursos que,
desde luego, no pueden estar al alcance de cualquiera, sea éste un observador
particular o una institución privada (complejísimos programas de rastreo y
localización, visión infrarroja, equipos muy potentes, etc.). Asímismo,
conviene que sepan estas personas que incluso la observación del espacio desde
observatorios "oficiales" por astrónomos independientes está regulada
y aprobados los tiempos de observación por comisiones internacionales
(generalmente dependientes de la ESA o la NASA), y que por lo tanto los
programas de trabajo están predefinidos desde meses o años antes, no
aprobándose, con toda seguridad, aquéllas propuestas que pretendieran arrojar
alguna seguridad científica contrastada sobre los asuntos que no les interesa a
esas comisiones… “oficiales”. No hay, pues, otro camino para un observador
astronómico independiente, que recurrir a esos telescopios de 15 ó 20 pulgadas
de alquiler (como el pretendidamente usado por Leónidas Elenin, el supuesto
descubridor del cometa Elenin) a través de Internet, los cuales es más que
posible que, directa o indirectamente, estén controlados también por la propia
NASA y, en consecuencia, observen lo que le interesa a la NASA que observen.
Esto viene a cuento de mis
razonables dudas sobre la propia existencia de ese cometa -Elenin-, cuya
nomenclatura oficial es C2010X1, basándome no sólo en la imposibilidad técnica
de detectar con un telescopio de 20 pulgadas un objeto de magnitud 19,5 (150000
veces menos visible que el mínimo perceptible por el ojo humano) a una
distancia de 680 millones de kilómetros (que son muchos kilómetros) y el cual,
según los propios datos “oficiales” tenía un tamaño de 3,5 kilómetros en su
núcleo, porque todo eso ello sería algo así como milagroso, sino porque además
en las horas siguientes al descubrimiento de este pretendido astrónomo no sólo
lo había corroborado la NASA, sino que el JPL había ya difundido un diagrama de
su órbita y había lanzado a los cuatro vientos la noticia sobre tan
pretendidamente ahora insignificante cometa, favoreciendo directa e
indirectamente la expectación y la alarma mundial que ha suscitado. Si a todo
esto le añadimos el curioso nombre del cometa (infórmese en la Red quien esté
interesado sobre estas teorías) y las chocantes fechas de su recorrido
(perihelio -11 septiembre- conjunciones, cruce con nuestra órbita, etcétera),
hay que ser muy creyente o muy ingenuo para considerar que todo esto puede ser
verdad y objeto de la casualidad. Se trataría en tal caso, cuando menos, de un
milagroso enviado divino que lleva encriptados mensajes trascendentes.
Ridículo, en fin.
El artificio de presentar a
Elenin como un peligro que despertara los pánicos ancestrales a hecatombes
planetarias, los miedos apocalípticos de los rigoristas religiosos o la
expectación social que ha suscitado este asunto, era, obviamente,
desacreditarlo presentándolo a la opinión pública mundial como el desvarío de
charlatanes, visionarios o falsos profetas, de modo que todos cuantos se
refirieron al cometa directamente, o a Nibiru, por extensión, sean desatendidos
y tildados como locos o conspiranoicos, en la más perversa afección del
término. Así, por más que alguien alerte en el futuro sobre el peligro que
puede representar para la humanidad la proximidad de Nibiru o cualquier otra
amenaza, enseguida será tildado de no estar en sus cabales, de modo que el
control de la información proveniente del espacio exterior vuelve a estar bajo
el absoluto control monopólico de la NASA y pueden seguir adelante con sus
planes sin la interferencia de “aficionados”. Todo un plan magistral de
desinformación colectiva llevada a término con notable éxito. Hoy, a la vista
está, el asunto Elenin –Nibiru- no sólo ha decaído, sino que incluso quienes
creyeron en él están deprimidos o descorazonados por el fiasco que ha supuesto
el esperar que sucediera algo tenebroso el pasado 27 de septiembre y que no
haya sucedido nada, tal y como era previsible.
La maniobra “oficial” de usar lo esperpéntico para desacreditar lo evidente no es nueva, sin embargo, y a lo largo de la Historia estas artimañas han dado siempre buen resultado. Ya dije desde esta misma columna que, aunque por falta de información veraz no comprendamos verdaderamente el alcance del asunto o el objetivo final de todos estos movimientos estratégicos del poder que se están verificando en todo el mundo, queda claro que la vigilancia o atención por parte de un sector de la población a las actitudes y acciones del poder dificulta severamente los planes de desarrollo de quienes pretender llevar a cabo una agenda que pudiera ser contraria a los intereses de casi todos. Pongo de nuevo como ejemplo la potencial certeza científica de una hecatombe global por causas cósmicas, y cómo actuaría el poder para salvar a parte de la sociedad sabiendo de antemano la imposibilidad de hacerlo con la totalidad de la población. La información social, en este caso, sería uno de los mayores inconvenientes para llevar a cabo el plan de supervivencia de un grupo de elegidos, y en este supuesto la desinformación como la apuntada en este artículo sería poco menos que obligatoria o de libro. Pero es que esto mismo sería necesario si, por ejemplo, se intentara llevar a cabo una conflagración global, pactada o no, para reducir una densidad de población que está poniendo contra las cuerdas a la propia supervivencia del planeta, y los últimos acontecimientos, invasiones y planes militares estratégicos parecen apuntar en esta dirección, no siendo una locura pensar que cualquiera de estos días nos desayunemos con la noticia de una agresión a Irán, Corea del Norte, Paquistán o locuras semejantes que abrirían de par en par las puertas del Infierno.
La maniobra “oficial” de usar lo esperpéntico para desacreditar lo evidente no es nueva, sin embargo, y a lo largo de la Historia estas artimañas han dado siempre buen resultado. Ya dije desde esta misma columna que, aunque por falta de información veraz no comprendamos verdaderamente el alcance del asunto o el objetivo final de todos estos movimientos estratégicos del poder que se están verificando en todo el mundo, queda claro que la vigilancia o atención por parte de un sector de la población a las actitudes y acciones del poder dificulta severamente los planes de desarrollo de quienes pretender llevar a cabo una agenda que pudiera ser contraria a los intereses de casi todos. Pongo de nuevo como ejemplo la potencial certeza científica de una hecatombe global por causas cósmicas, y cómo actuaría el poder para salvar a parte de la sociedad sabiendo de antemano la imposibilidad de hacerlo con la totalidad de la población. La información social, en este caso, sería uno de los mayores inconvenientes para llevar a cabo el plan de supervivencia de un grupo de elegidos, y en este supuesto la desinformación como la apuntada en este artículo sería poco menos que obligatoria o de libro. Pero es que esto mismo sería necesario si, por ejemplo, se intentara llevar a cabo una conflagración global, pactada o no, para reducir una densidad de población que está poniendo contra las cuerdas a la propia supervivencia del planeta, y los últimos acontecimientos, invasiones y planes militares estratégicos parecen apuntar en esta dirección, no siendo una locura pensar que cualquiera de estos días nos desayunemos con la noticia de una agresión a Irán, Corea del Norte, Paquistán o locuras semejantes que abrirían de par en par las puertas del Infierno.
No; no creo, sinceramente, que
Elenin sea algo relevante para el planeta –lo veremos, no obstante, en las
próximas semanas o meses-, sino que opino que se trata de una falsa bandera
para encubrir otro asunto de mayor calado, como esa conflagración en ciernes
–inevitable para muchos- o al mismo Nibiru. No sólo apoyan esta última opción
los hechos observados en nuestro universo inmediato desde la detección y
observación directa de Nibiru en la primera mitad de la década de los ochenta
(perturbaciones de la Nube de Oort, de Neptuno, de Urano, inclinación súbita de
Saturno, desaparición del cinturón ecuatorial de Júpiter, aparición progresiva
de una atmósfera de nitrium en la Luna, etc., apreciándose en todos estos
efectos una aproximación progresiva de un cuerpo cósmico con un potente campo
electromagnético hacia al interior del Sistema Solar, en general, y de la
Tierra, en particular), sino también que desde hace algunos años ha sido
fotografiado en distintas partes del planeta un segundo sol junto a nuestro
Sol, cuyas imágenes pueden ser consultadas por cualquiera sin excesiva
dificultad en la Red (curiosamente nunca en la información “oficial”), y aun de
la anormal inclinación de nuestra visible Luna, la cual puede ser observada con
relativa frecuencia fuera de curso y con oscilaciones o libraciones y su ciclo
metónico de todo punto de vista anormales, y esto es algo que no se puede
ocultar: a simple vista puede apreciarse.
Seguir leyendo aquí: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/75900/elenin-la-desinformacion
Nuestro amigo Ángel Ruíz, se refiere al programa "cuarto milenio" como sensacionalista, y no le falta razón. Lejos de conseguir llegar a conclusiones realmente concluyentes, nunca se acercan al meollo de la cuestión. Introducen datos de aquí de allá, pero lógicamente se desvían de la tangente:
Ahora os presento otro individuo, que nos habla de un posible contacto extraterrestre en poco tiempo y que está relacionado con el "cometa elenin":
Otro más, por si acaso te quedaste conganas:
El artículo de Ángel Ruíz, no busca nada más que una conclusión que nos acerque a un mínimo de coherencia, para saber, qué está pasando realmente. ¿Por qué están ocurriendo cosas tan inexplicables como lo acontecido en Esteban Echeverría, Argentina, o esas misteriosas espirales que se vieron en finlandia hace unos meses atrás?. La población necesita que muchas cosas sean explicadas, y de esta forma nos ahorraríamos escuchar a falsos profetas. Por otra parte, vemos que la deontología periodística, brilla por su ausencia en las grandes agencias y grandes medios oficiales, porque, y esto ya es más que evidente, trabajan por y para los intereses corporativistas y partidistas.
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